Nuestra raíz desconocida.

Fecha: 11 abr 2011

Concepción Hernández Méndez

.

Ni los libros de texto, ni las conmemoraciones del bicentenario del año pasado, hicieron mención de nuestra raíz africana. Poco sabemos de aquellos africanos traídos a la Nueva España y al resto del continente americano para servir como esclavos en casas, plantaciones y obrajes. Los mexicanos advertimos, por ser notoria la presencia negra en la Cosa Chica de Guerrero y Oaxaca, así como en Veracruz. En medio de ese desconocimiento, al declarar la Asamblea General de la ONU a este año como el Año de las Comunidades Afrodescendientes, nos da la oportunidad de hacernos conscientes de la importancia de tales comunidades en la conformación actual de las naciones americanas.

Hace unos 30 años conocí la Costa Chica, sorprendiéndome entonces de que comunidades enteras o barrios de éstas, fueran de población negra: Cuijla o Cuajinicuilapa, Pinotepa, Ometepec, Marquelia, La Chacahua y hasta Acapulco. Mi mamá me decía que de por allá vino una rama de sus ancestros, por eso ella misma, como algunos de sus parientes, era de pelo colocho – chino – y su padre, de piel muy oscura. Aquí, en el Tehuacán de los años 60 recuerdo bien que recorría las calles un hombre seguramente afrodescendiente, que cargando un bote sobre sus hombros gritaba: “Taamales rancheros, taamalitos rancheros. Aquí están los tamales”. Tales tamales, estaban elaborados con masa doblemente cocida y envueltos primero en hojas de hierba santa y después en hojas de plátano, como deben hacerse los tamales rancheros que se precien de serlo. De ese afrodescendiente, mi memoria guardó su pregón. Claro que no vivía en una comunidad, andaba solo. No fue el único, hubo más afrodescendienes en la zona del ingenio de Calipam y en la Cañada Oaxaqueña.

Los africanos capturados y vendidos por esclavistas portugueses, españoles y otros, fueron poblando todo el continente americano: el sur de Estados Unidos, Nueva España, Belice, Guatemala y hasta Uruguay. Gran cantidad de descendientes de africanos viven en Centroamérica: los garífunas o caribes, de Guatemala y Belice; los negros de Limón, puerto de la costa atlántica de Costa Rica – país que presume de su mayoría machita (así le dicen a los güeros) – y que tiene gran cantidad de descendientes inmediatos de jamaiquinos de raíz africana que llegaron al país tico a construir el ferrocarril. No se diga Colombia y Brasil, donde hay tanta piel oscura, o en todas las islas del Caribe (llamado Caribe Afroandaluz), en Venezuela, Perú y en el blanqueado Cono Sur, que tiene sus negros, más en Uruguay donde junto con los blancos, bailan candombe – ¿recuerdan el Candombe para el Viejo José?

.

En un pueblo olvidado no sé porqué

Y su danza de moreno lo hace mover

En el pueblo lo llamaban negro José

Amigo negro José.

Con mucho amor candombea el negro José

Tiene el color de la noche sobre la piel

Es muy feliz candombeando dichoso él

Amigo negro José.

Perdóname si te digo negro José

Eres diablo pero amigo negro José ….

.

Entre los estudiosos de la presencia negra en nuestro continente se cuentan Roger Bastide (Las Américas Negras) y el médico y etnólogo veracruzano Gonzalo Aguirre Beltrán (La Población Negra de México), autores que dieron cuenta del origen, el tráfico de africanos esclavizados en nuestro continente y su proceso de integración o no (hubo muchos cimarrones que huyeron al monte). Claro, también nos platican del lado amable: el mestizaje cultural, los ritmos, la cocina, etc.

La Organización de Estados Iberoamericanos se comprometió a que en este año y durante la década entera, se haga más visible la historia y cultura de las poblaciones afrodescendientes; y se amplíe la educación y calificación profesional de sus integrantes, de modo que las nuevas generaciones afrodescendientes vivan más y mejores oportunidades que en el pasado y sientan que sus derechos y su cultura son reconocidos, valorados y defendidos

Vale recordar que entre los hombres destacados en nuestra historia, con raíces africanas, aunque remotas, tenemos a José María Morelos, de quién Lucas Alamán escribió que “por ambos orígenes procedía de una de las castas mezcladas de indio y negro, aunque en sus declaraciones se califica él mismo de español”. Por otro lado, el fiscal en el proceso de Morelos en 1815 había abierto la rendija familiar ascendiente del acusado, “atendiendo a su baja extracción”.

.

Los libros de texto en México en el Plan de Once Años (a partir de 1958) omitieron la presencia africana, lo que cambió desde 1968 en los libros de Ciencias Sociales, la edición de Historia en la primaria recuperó parcialmente la memoria en 1994.

.

Otro mexicano destacado, afrodescendiente fue don Melchor Ocampo, gobernador de Michoacán al momento de la guerra anunciada por la expansión norteamericana, de 1847.

Fernando Iglesias Calderón, familiar cercano de la propietaria de Pateo, sostuvo que Ocampo no fue hijo de la patrona, señora Tapia, sino uno de los niños que ésta recogió en su hacienda, como ahijado. Raúl Arreola Cortés, editor en 1985 de las Obras Completas de Don Melchor Ocampo, en una nota a pie de página asentó que el Lic. Ramón Alonso Pérez Escutia encontró en el archivo parroquial de Maravatío el acta de nacimiento de un niño, hijo de indio y mulata al que pusieron José Telésforo Melchor. Eran vecinos de Pateo. El niño nació el 5 de enero de 1810. (Tomo I, p. 129)

.

De los rasgos físicos de Melchor Ocampo, dio fe el prisionero norteamericano Corydon Donnavan, que estuvo en Morelia entre diciembre de 1846 y principios de mayo del 47:

.

“Durante los primeros dos meses de confinamiento, se nos ocupó en la (composición) de la “Reimpresión de Ordenanzas de la ciudad de Valladolid [Morelia]”, durante la cual tuvimos la fortuna de ser ocasionalmente visitados por el gobernador de la provincia Melchor Ocampo, quien supervisó la publicación. Él está por encima, a la cabeza de los mejores hombres de México, y fue candidato a la presidencia en las últimas elecciones. Ocampo tiene alrededor de treinta y ocho años, un poco bajo de la estatura promedio, aunque robusto. Su fina facción aceitunada pareciera más oscura de lo que en realidad es, debido a la negrura de su cabellera, de la cual caen caireles alrededor de su cara y de sus expresivos y chispeantes ojos negros. El modo en que se conduce refleja una persona agradable y un caballero ….”

.

Por lo visto, don Melchor Ocampo era, según el lenguaje de la época colonial, un cambujo o más bien, un lobo, pues hijo de indio y mulata, chino cambujo o loba. Igual somos cambujos y mulatos o lobos muchos de nosotros, aunque lo escondamos. Este año es una oportunidad para conocernos, para saber quiénes somos, de dónde venimos.

.

Para comentarios diríjase al foro respectivo

Para comentarios, dirijase al foro respectivo