“Esto también pasara”
Pastor Alfonso Herrera Lastra
Recién el joven rey había tomado el trono de aquel reino.
Su padre le había aconsejado ser prudente en sus decisiones a futuro.
Fue así que deseando hacer las cosas bien, reunió a todos los ancianos de aquella tierra y les pidió que buscaran un consejo que pudiera resumirse en unas cuantas palabras y que pudiera poner en el interior de su anillo y para que le sirviera en los momentos mas decisivos de su vida.
Así lo hicieron los venerables ancianos. Indagaron con gran empeño los dichos y las palabras sabias en cada rincón de la tierra.
Por fin llegaron al joven rey y le entregaron un papel pequeño. Este lo doblo cuidadosamente y lo guardo en un pequeño compartimento de su anillo real, esperando no tener que hacer uso de el en su reinado.
El tiempo pasó. Las cosas, como en la vida de repente iban bien otras mal pero el rey logró sortear los embates de aquel privilegio. Un día tomo una decisión que hizo grandes estragos en el reino.
La situación empeoró cada día, de tal manera que una mañana se levantó tan angustiado que se dirigió a la cima de un acantilado.
Ahí observó su reino a punto de dividirse y con gran tristeza, dio algunos pasos con los ojos cerrados esperando llegar a la orilla y de ahí caer al precipicio y morir. De pronto, un pensamiento le vino a la mente, – ¡Saca el papel que hay en tu anillo!, se detuvo, casi al borde y con cierto miedo abrió la tapa de su anillo y saco aquel papel. Lo desdobló suavemente y ahí estaba una frase que solo contenía tres palabras: – “ESTO TAMBIEN PASARA”.
Sin pensarlo más regreso al palacio y llamo a todos los consejeros, y ministros y dio ordenes de poner las cosas en su lugar, y arreglar la situación que les estaba llevando a la ruina. Obviamente no fue de la noche a la mañana que las cosas se enderezaron, pero finalmente el reino salió a flote y pudo continuar reinando sobre el pueblo.
Los años pasaron y aquel incidente solo quedó en la memoria del rey como un pensamiento mas. En cierta ocasión, el rey salio a la guerra con su ejercito.
Se tenía que librar una lucha con un pueblo vecino que siempre habían sido sus enemigos. Armo sus soldados y enfrento a esté pueblo con gran valor. La lucha fue intensa pero al final la victoria se logro. Regresó victorioso a su reino.
Mientras entraba por la ciudad, la gente lo ovacionaba con gran apoteosis. Todo mundo le vitoreaba y aplaudía su hazaña. El rey (ya no tan joven) sentado en su carroza tirado por caballos finamente adornados, solo se concretaba en saludar y recibir la ovación.
De pronto un joven soldado se le acercó y le susurró al oído, – Majestad, recuerde el anillo.
-¿Qué? – respondió el rey en tono molesto, – ¿acaso no te das cuenta que este no es el momento de abrirlo?
Mira a la gente volcada en alegría por mi victoria!…No es el tiempo.
El soldado insistió de nuevo –El anillo, majestad, no lo olvide.
El rey para no seguir discutiendo en este momento, accedió a la petición del soldado y al abrirlo, ahí estaban las palabras: “ESTO TAMBIEN PASARA”.
Los seres humanos solemos “estacionarnos” ya sea en nuestros éxitos, o en nuestras derrotas.
El éxito nos corona, nos olvidamos que las alturas también tienen valles, que al final de un vergel puede haber un desierto, y gran decepción cuando la “rueda de la fortuna” está abajo.
Lloramos, pataleamos y buscamos culpables, y al primero que atacamos es a Dios, – ¿por qué eres tan injusto Dios? Gritamos, -Me decepcionas- , le decimos.
La contraparte, son aquellas personas que viven en un continuo mar de lagrimas.
Alguien les llama “los socios de la lagrima perpetua”.
No logran ver, o mas bien dicho, no quieren ver mas que niebla y oscuridad. Y por más que le anime, le de palabras de animo, no salen de ahí.
Es mas hasta expresan “ni modos, es mi cruz” (que por cierto es un texto mal interpretado), o …”el que nace para maceta…” como si fuera la verdad y destino para su vida.
El apóstol Pablo, nos dejó un gran consejo que bien vale la pena recordar cada día:
“…pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad.” (Filipenses 4:11-12 RVG).
El secreto de la vida es no permitir que las circunstancias manejen y dominen nuestra actitud y comportamiento.
Cuando esté en la cima recuerde: ¡Esto también pasará!, cuando esté en el pozo de la desesperación, igual…¡Esto también pasará!
No hay nada seguro, excepto el Eterno Dios en quien podemos confiar y depositar nuestras cargas. Gracias por su atención y que tenga un excelente, FIN DE SEMANA.
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