Reconciliarnos con el pasado.
Lic. Martha García de la Cadena de Arandia
Les comparto esto que nos regalo MELODY BEATTIE y lo dio Chelito Cortes de Tobón en la clase de Autoestima.
A menudo buscamos culpables para nuestra infelicidad, miramos atrás y quizás juzgamos a nuestros padres, juzgamos comportamientos hacia nosotros, juzgamos a nuestra pareja dentro del fracaso amoroso, pero para reconciliarse con el pasado hay que permitirse sentir todas las emociones y aceptar lo que nos pasó, admitiendo nuestra parte de permisividad ante esa situación.
Cuando nos empeñamos en buscar culpables nos bloqueamos emocionalmente; cuando nos sentimos frustrados aparecen muchas emociones como la rabia, el miedo o la impotencia, etc. que pueden bloquear nuestra necesidad de amor.
Es necesario revisar aquello que no nos deja avanzar hacia lo que verdaderamente nadie nos puede arrebatar sino nosotros mismos y es la felicidad.
Utiliza tu corazón para despejar resentimientos y amarguras de acontecimientos pasados y para ayudar al ciclo vital de finales y principios, recuerda: hay que cerrar una etapa para empezar otra nueva con buen pie
No olvidemos que nuestra vida es un continuo cambio; una incesante renovación en nuestro pensamiento, en nuestra manera de enfocar y ver las cosas; si permanecemos cerrados en el pensamiento estático con las ideas preconcebidas, con el bloqueo de los sentimientos, nos quedaremos aislados, prisioneros de nuestro propio mundo y por lo tanto, apartados de la realidad de la vida.
Aprendamos las lecciones, a decir adiós a las cosas, a las personas y a los lugares que nos ayudaron a aprender estas lecciones y a cambiar nuestras creencias y conciencias para luego seguir adelante.
Nuestra vida se compone de muchas etapas por las que tenemos que transitar, y cada etapa nos da una lección, un nuevo aprendizaje, una nueva experiencia enriquecedora al final de esa etapa; y cuando haya terminado, al recordar las experiencias, ya sean de dolor o gozo, hay que ser conscientes de las lecciones que nos mostraron, agradecer lo aprendido y, luego de agradecer su enseñanza cerrar bien la puerta del pasado con mano firme, sin rencor.
De este modo estaremos preparados, listos para emprender una nueva etapa sin amarguras, sin prejuicios, con plena conciencia de que toda experiencia es enriquecedora.
Con esta actitud positiva el camino estará despejado, libre de trabas y prejuicios y nosotros dispuestos a emprender otra nueva etapa que nos seguirá enriqueciendo, aumentando nuestra sabiduría para seguir por el camino de la evolución.
Cuando observamos que la situación o la realidad en la que teníamos puestas todas nuestras esperanzas y planes no van a desarrollarse y no van a resultar en la forma que pensábamos, es el momento de actuar en lugar de reaccionar desde la hostilidad y la amargura, el temor o la ira.
Albergar estos sentimientos, permaneciendo atascados en esta trama puede ser una trampa; los sentimientos y las situaciones están allí para darnos una lección y decirnos que ha llegado la hora de avanzar y cuando recibimos la lección podemos desprendernos de los sentimientos.
El poder se deriva fundamentalmente de ser claros, de conocer quienes somos y de sentir una tranquila confianza de que podemos expresar nuestra verdad.
Mucho de lo que nos ha sucedido en nuestra vida a lo largo de los años ha tenido la finalidad de conducirnos hasta una situación de toma de conciencia y de amor por uno mismo y el propósito de muchos acontecimientos que han tenido lugar en nuestras vidas ha sido el de aprender de nuestras debilidades, de nuestros temores y de volver a recuperar nuestro poder.
El verdadero poder espiritual significa expresar nuestras verdades.
No es necesario que las gritemos a los cuatro vientos, eso no es poder, es temor, pero nuestra fuerza espiritual consiste en llegar a esa situación específica en que podemos desprendernos del pasado y de todas las personas involucradas.
Se requiere un pensamiento claro y el compromiso de respetar, reconocer, sanar, percibir los sentimientos que pertenecen al pasado, con esta actitud lo conseguiremos ; creamos un nuevo futuro trabajando en el mundo real del pensamiento, de las emociones, del espíritu y de la visualización.
Pero si no hemos cerrado bien una etapa y recordamos los asuntos que permanecen inconclusos, ya sean los sentimientos, los dramas, las amarguras, ya sea el fortalecimiento de nuestras creencias limitativas sobre la vida, sobre la gente, sobre Dios, sobre el amor y sobre nosotros mismos, todos nuestros sentimientos y creencias serán los que se mantendrán recreando la misma escena una y otra vez, aún cuando las personas y situaciones del pasado desaparezcan de nuestra vida.
Se trata de un viaje de sanación si no nos gustan las reproducciones de los hechos pasados, ni repetir siempre las mismas situaciones, es hora de dejar que penetre más luz, realizar los cambios necesarios, soltar las creencias que ya no nos sirven, reevaluar nuestras posturas ante la vida.
Los finales y los renaceres, los nuevos comienzos forman parte ininterrumpida de nuestra vida; si estamos comprometidos a recorrer el camino espiritual, si intentamos estar y quedarnos en el correcto cada incidente, cada relación que encontramos a lo largo del trayecto constituirá una parte importante de nuestro camino en la vida, incluso los incidentes que realmente nos hieren.
Aprendamos a reconocer el momento de asimilar la lección y cuando ésta ha finalizado, el tiempo con una persona o un lugar determinado, cerremos el ciclo, cuando ocurra esto hay que recoger el equipaje y partir.
Pidamos y recibamos toda la ayuda que necesitemos; hay pocas cosas más solitarias y tristes que sentarse solos en una habitación pensando cómo se han desarrollado las cosas tras un final. Este es el costo de sanar, de aprender, hay que recorrer todo el camino hasta el final, deshacerse de todos los resentimientos, amargura y los remanentes de los sueños rotos; hay que sanar cualquier rotura en la línea del corazón, finalicemos todo lo que se relacione con cada situación, de modo que no nos veamos obligados a volver otra vez a ella.
Desear el bien a todas las personas, aún cuando te sientas enojado, herido o molesto. Bendice a los que fueron tus compañeros y te han ayudado a aprender lo que tienes que aprender, y haz que el final de cada prueba sea dulce y feliz; recordemos que estar en paz con el pasado, no significa estar en paz a cualquier precio porque entonces no tendremos paz dentro de nosotros mismos.