Sentimiento y re-sentimiento
Pbro. Roberto Rojas Peña
Muchas personas sufren por vivir con un perpetuo resentimiento. Consideremos únicamente el caso de los divorciados. Los estudios recientes sobre los efectos a largo plazo del divorcio han mostrado que un elevado número de divorciados, especialmente mujeres, sigue alimentando mucho resentimiento hacia su ex-cónyuge incluso después de quince años de separación. En mi experiencia he podido a menudo comprobar que algunas reacciones emotivas desmesuradas no son más que la reactivación de una herida del pasado mal curada.
Ahora bien, vivir irritado, incluso inconscientemente, exige mucha energía y mantiene estrés constante. Entenderemos mejor lo que ocurre si tenemos presente la diferencia entre el resentimiento que engendra estrés, y la cólera, que no lo hace.
Mientras que la cólera es una emoción sana en sí misma que desaparece una vez expresada, el resentimiento y la hostilidad se instalan de manera estable como actitud defensiva siempre alerta contra cualquier ataque real o imaginario. Por consiguiente, quien ha sido dominado y humillado en su infancia determinará no dejarse maltratar nunca más, por lo que estará siempre sobre aviso. Además, tendrá propensión a inventar historias de complots o de posibles ataques contra él. Esta situación interior de tensión sólo podrá solucionarla la curación en profundidad que opera el perdón.
El resentimiento, esa cólera disfrazada que supura de una herida mal curada, tiene también otros efectos nocivos: está en el origen de varias enfermedades psicosomáticas. El estrés creado por el resentimiento puede llegar a afectar al sistema inmunitario, el cual, siempre en estado de alerta, ya no sabe descubrir al enemigo, ya no reconoce los agentes patógenos y llega incluso a atacar órganos sanos, a pesar de estar destinado a protegerlos. Así se explica la génesis de diversas enfermedades, tales como la artritis, la esclerosis, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes… Entre las mejores estrategias defensivas contra los efectos nocivos del resentimiento, muchos estudiosos del tema, recomiendan la práctica habitual del perdón en la vida cotidiana. Después de estudiar y describir las diversas investigaciones científicas sobre el vínculo de causalidad entre los estados emotivos “negativos” y la aparición del cáncer, muchos médicos y terapeutas han elaborado trabajos científicos a demostrar que el perdón es el mejor medio de superar el resentimiento devastador.
Algunos han elaborado varías técnicas que ayudan a la sanación, por ejemplo; con la ayuda de imágenes mentales, se invita a las personas aquejadas de cáncer a desear el bien a los que les han herido. Quienes han utilizado esa técnica han experimentado una clara disminución de su estrés, e incluso se han sentido capaces de combatir su enfermedad. Es cuando menos sorprendente que un enfoque tan sencillo del perdón haya podido producir efectos tan beneficiosos.
Otras veces se considera el enojo y el resentimiento como sinónimos, pero esto es un error. El enojo es una emoción, como la tristeza y la alegría, la nostalgia, etc. Y las emociones son algo inherente a la nuestra condición humana. No las podemos evitar. Y no está mal que sintamos emociones, lo que puede estar mal es lo que hagamos basados en esas emociones. No está mal “sentir” sino “consentir”. En ese sentido, se podría definir el resentimiento como un sentimiento, sino como una repetición VOLUNTARIA de ese sentimiento. Es decir; que el re-sentimiento no es la emoción que se experimenta por única vez en un momento dado, sino la que se ha estado repitiendo, apapachando, consintiendo, alentando, re-sintiendo una y otra vez.
El resentimiento es estarle echando leña al fuego que alguna vez nos quemó, y soplarle y soplarle, y cuidar que no se apague. No permitir que se consuma, no dejar que vuelva cenizas y se enfríe. Si la capacidad humana de emocionarse fuera comparada al cuadrante A.M. ó F.M. de un radio, el resentimiento equivaldría a permanecer para siempre atorados en una sola estación que toca la misma canción. ¿Quién podrá resistir semejante cosa? ¿Quién querría seguir escuchándola después de comprobar que no hace más que repetirse hasta el cansancio? ¡Sería absurdo!
Pues igualmente absurdo es el resentimiento. Es limitar el increíble potencial humano a un solo sentimiento que no es constructivo. Es desperdiciar el maravilloso archivo de la memoria, mental y emocional, guardando agravios con nombres y fechas que amargan nuestra existencia. El resentimiento es una carga que te daña, te inmoviliza, te aparta de tu centro, de los otros y de Dios. Es un cáncer que acabará por consumirte hasta llegar a la muerte. ¿Quieres buscar la cura? Se llama… Perdón.
Paz, fuerza y gozo.
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