Tehuacán en la ruta de Veracruz
Concepción Hernández Méndez
A principios del siglo XIX, la llamada Intendencia de Veracruz – el actual Estado de Veracruz- no llegaba a 200 000 habitantes. Las mercancías que entraban y salían por el puerto no circulaban por el territorio veracruzano y los habitantes eran meros espectadores del tráfico de dichas mercancías por su territorio, sin que de esa riqueza obtuvieran utilidad alguna.
La zona costera padecía gran atraso económico, tanto en lo comercial como en lo agrícola, por lo que sus habitantes no podían aprovechar las ventajas que permitían el puerto y los caminos que comunicaban con el interior del país. El abasto del puerto y de la armada, principalmente el de harina, se hacía con el trigo cosechado en Puebla y Tehuacán, porque la agricultura de granos del estado de Veracruz no se había desarrollado y apenas servía para el auto consumo.
El comercio y también la arriería, eran actividades dominadas por los habitantes de las ciudades de México y Puebla, mientras que los veracruzanos sólo exportaban algo de madera, azúcar, vainilla y pieles.
Dos eran los caminos que salían de Veracruz y llegaban a México: uno, prehispánico, que fue la ruta de Hernán Cortés, pasaba por Quiahuiztlan, Cempoala, Rinconada, Lencero, Jalapa, Perote, Huamantla y Texcoco, hasta llegar a México.
El otro iba por Medellí¬n, Cotaxtla, San Juan de la Punta, Córdoba, Orizaba, Acultzingo, Puebla y México. Los dos son aún las dos rutas principales que atraviesan el Estado.
El primer camino es el más corto y fue más transitado durante la Colonia, acentuando su importancia en el siglo XVIII, o con motivo de las ferias comerciales de Jalapa.
El segundo empezó a frecuentarse desde 1534 y se desarrolló a partir de 1590, cuando se arregló su trazo; cobró importancia con el desarrollo de Córdoba, Orizaba y Huatusco, donde se producía azúcar y tabaco, también porque así¬ lo exigió el abasto de granos que llegaba a Veracruz procedente de Atlixco y Tehuacán.
Se puede decir que Veracruz debe su desarrollo a la creación del puerto y de los caminos en la época colonial. Puerto y caminos, así¬ como la necesidad de defender este centro vital de la economía novohispana, promovieron el conocimiento de sus riquezas y posibilidades de desarrollo, auspiciaron el crecimiento de sus ciudades e impulsaron la explotación de sus recursos agrícolas.
Con todo, la densidad de población de Veracruz, fue muy baja, tanto que impedía un desarrollo importante. Veracruz creció por el puerto y sus caminos y éstos hicieron crecer a las ciudades de Córdoba, Orizaba, Jalapa y a la ciudad y puerto de Veracruz. Las dos primeras se desarrollaron, recién iniciado el siglo XVII, a orillas del camino el que facilitó su progreso y la salida de sus productos al mercado (caña de azúcar, tabaco, etc.).
Jalapa, sin grandes recursos agrícolas ni de otro tipo, pudo sin embargo desarrollarse gracias al camino y a las ferias (en las que se vendían las mercaderías que llegaban a Veracruz), dos resultantes del puerto. Cabría además señalar el nacimiento de pequeños poblados a lo largo de los caminos principales, como Perote, donde pese al extremoso frío, los viajeros todavía paran y comen unas deliciosas tortas de jamón serrano, así como cocoles de queso.
Pero el cereal que nos da mantenimiento, el maíz, entonces y ahora, sufría los embates de las heladas o las sequías o las lluvias excesivas. Estas hacían que se perdieran las cosechas, presentándose frecuentes hambrunas. Todo el siglo XVIII hubo hambre: en 1709 y 1710, 1713 y 1714, 1749 y 1750, 1785 y 1786 y 1792. La escasez de 1785 – 1786 fue la más severa de todo el periodo colonial, hizo elevar mucho los precios del maíz y del trigo, provocó una gran mortandad entre la población indígena y paralizó buena parte de la vida económica.
El crecimiento de las ciudades alentó el crecimiento de la producción agrícola. El caso más evidente es el de la ciudad de México que impulsó la gran producción de maíz en los valles de México-Toluca. El valle poblano-tlaxcalteca no se quedó atrás, dada su proximidad a los grandes centros de consumo (Puebla, México, el puerto de Veracruz), y el contar con una abundante mano de obra. El rápido desarrollo de la producción de trigo y maíz que se dio en esta zona (Tehuacán, Atlixco, Tepeaca, Tecamachalco, etc.), se debió a la situación estratégica que ocupaba.
El trigo y el maíz producidos en el valle poblano tlaxcalteca y sus cercanías –Tehuacán-Tecamachalco -, a medio camino entre México y el puerto de Veracruz, tenían segura su salida, sobre todo por el puerto.
A éste llegaba la harina de Atlixco y Tehuacán, ubicados en la única región que exportaba granos al exterior. En efecto, de Tehuacán y Atlixco salía la harina que abastecía a muchas de las islas españolas del Caribe y a las provincias de Caracas y Maracaibo.
En Tehuacán somos extremadamente etnocéntricos (creer que nuestro pueblo es el ombligo del mundo), por lo que conocer la importancia económica de la región seguramente acrecentará nuestro orgullo muchas veces muy crecido ya.
De esta historia de la producción de trigo y su exportación como harina, algo podemos aprender. Una cosa es que, a pesar de las epidemias, había en este valle tanta, tanta población indígena, que la que sobrevivió al hambre y al matlazahuatl del siglo XVIII, pudo encargarse de mantener esa alta producción, pues era mano de obra acasillada que cultivó la tierra.
Tal vez de estos tiempos proceda la tradición de hacer pan en Altepexi y en San José Miahuatlán. Aquí en Tehuacán todavía el siglo pasado había un molino de trigo, cuyo edificio existe aún en la calle Independencia con Héroe de Nacozari, lo mismo que el de La Exportadora, donde ahora están las oficinas del OOSAPAT y en peligro de ser un simple estacionamiento, cuando podría ser un buen museo. Desde éste último, se documentaba la harina que iba al puerto. Algo he encontrado, falta investigar a fondo.
Sigue siendo una tarea pendiente conocer y difundir la historia económica de esta región: NO DE ESTA CIUDAD, DE ESTA REGIÓN.
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